domingo, 26 de marzo de 2017

Un Domingo nada más.

Hoy, estuve escribiendo sin ti. No para ti, ni contigo.
Estuve renegando de los días que me atacan como si
una loca esquizofrenia me visitara sin invitación,
incómoda del todo.
   Incontrolable a veces, subersiva y lenta pero protagónica de mis días,
éstos estúpidos días en los que un anuncio simple de Hallmark me hace llorar 
hasta hincharme los ojos y dejarme rendida en un sillón frente al televisor.

   Aborrezco la televisión, no le tengo paciencia al internet o al gigante monitor que se planta
delante de mí y me dice que no diga nada.
   Todo objeto alrededor tiene la osadía de encontrarse en mi pensamiento, me hablan, me reclaman, me enloquecen.

   Hoy quise tu ternura y no supe pedírtela, hoy necesitaba tus brazos y no los tuve, hoy añoraba tanto sentir ese beso que no he tenido. Quise hacerte el amor y no tuve tiempo de decirte.
   Estos estúpidos días que me sacan de control, que me riegan sobre la hierba del jardín.

   Los días esos que en  una adolescencia adelantada tenían una razón de ser nunca explicada, la naturaleza hace estragos para que las mujeres enloquezcan de vez en vez y no puedan entenderlo hasta muy entrada la etapa adulta, cuando se revierten los procesos y se vuelcan de forma abrupta, otra vez, sin mayor explicación que ser mujer.

   Que si las hormonas, que si la sangre, que si la emoción.

   Que si todo tenía antes un propósito y lo descubrí, ahora sólo es un pretexto que uso para llorar lo que necesito, para añorar lo que nunca he tenido, para necesitar lo que no conozco.

   Los estúpidos días que me aplastan y me dejan postrada en un mar de pensamientos que no pertenecen a nada ni anadie.
   Sea quizás la única forma de revolver mi rutina diaria y salir por un momento de una realidad que me abraza cada segundo, me atrapa y me afirma que nada de lo que sienta, piense o quiera, sea verdad. Sólo hoy.

   El estúpido día infernal del inicio de una menstruación que no duele, que no me paraliza, que no me detiene físicamente, pero desbarata en pedacitos mi cerebro que no puede controlar esto que se supone natural y que de natural no le veo ni el piso.

   Mañana será otro día.

LUISA RUIZ
Texto: No veo, no siento, no soy.

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