domingo, 31 de julio de 2011

RETRATO DE UN VITRAL...

Se rompió de una vez el afiebrdo vitral de tu recuerdo.
En menudos fragmentos cayó como el graniza rebelde nuestra
                                                                                 (historia
desde un alto verano hasta la alcantarilla de los sueños.
Fue imposible rehacer ese relato,disputarlo a la arena,
lograr que coincidieran las miradas, los colores, los tiempos.
Nada volvió a su siempre, a su errante sopor.
El sol es un agujro en todas partes
y los más bellos años no son más que una irreconocible polvadera
donde una sombra impía dibujó el laberinto del error, del engaño y del olvido.
Se perdió todo el oro junto con los pedazos del hechizo,
las brillantes escenas que un día encandilaron a las constelaciones del amor,
a los protagonistas ejemplares del mito.
rojo avasallador, rojo implacable,
el torrente insensato de tu sangre enmascara  mi rostro,
lo transforma en eclipse nebulosa.
El púrpura violento muere tras el telón del granate enlutado:
mi cuerpo no soy yo; es un cuerpo sin nadie,
decapitado a ciegas por los tigres guardianes de las tentaciones
a cambio de otros cuerpos, vanos, siempre inconclusos, siempre deshabitados,
en el altar del viento, de los cantos rodados, de las nubes.
Se avergüenza el azul, se desvanece, se borra con el cielo
justo donde trocaste la eternidad por una llamarada
y el éxtasis por hambre, por una endemoniada y acuciante jauría.
¿Y en nombre de qué ley nuestra casa es apenas un desván, una jaula, un farol,
o esa blanca pared que se prolonga sola en la interperie,
mientras fundas tus casas sobre raíces negras,
sobre falsas alianzas y ligadudas rotas?
La respuesta es de astilla.
No alcanza ni siquiera para fraguar mi asombro y tu ignorancia,
como no alcanza el verde sombrío, venenoso, el mismo que fue jade y esmeralda
en los follajes del mañana,
para resucitar ninguna primavera.
Apenas si algún rastro de lo que fue fulgor violeta y es arena
me recuerda el adiós y aquel crepúsculo del alma ensimismada.
Lo demás es silencio y turbia confusión.
Nada más que residuos. Esplendores trizados.
Dichas y desvaríos, ceremonias y encuentros, fascinación y abrazos,
se deslizan en polvo de todos los colores
como en un arcoiris que anunciara el fin de la tempestad
y el fin del sortilegio.
Porque con esas crueles partículas radiantes se trazó el desenlace de la grn aventura.
NO HUBO MÁS PORVENIR, NI VIAJERO PERDIDO, NI OTRA BELLA DURMIENTE.
NO HUBO ETERNO RETORNO DEL TIEMPO  ENAMORADO
SALVO COMO CASTIGO.

Olga Orozco 

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